miércoles, 4 de junio de 2014

Elecciones en prisión.

¿Pueden votar los internos? ¿Cómo son las elecciones en una prisión? ¿Se celebran mítines? ¿Hay colegios electorales en los que depositar el voto? Si alguna vez te has hecho estas preguntas, creo que la entrada te puede interesar.

Pasados varios días de las Europeas, hemos podido conocer los análisis de los resultados que se realizan en los medios de comunicación. En este tema no me voy a extender porque creo que no te voy a aportar nada que no hayas escuchado o leído antes por ahí, tan sólo me congratulo del no escaño de VOX por ser una forma de desmarcarnos de la tendencia ultraderechista de algunos países europeos.

Dicho esto y entrando ya en materia, lo primero que quiero aclarar es que desde 1995 las personas reclusas en prisión pueden votar sin excepción, es decir, tienen derecho a sufragio activo. No sucede lo mismo con el sufragio pasivo que sí se puede limitar por resolución judicial.  El procedimiento para votar es el que sigue:
  1. En los centros penitenciarios se realiza una campaña informativa sobre cómo votar. 
  2. Después el interno solicita poder ejercer el derecho al voto. Para ello, el Centro se coordinará con la Oficina de Correos, que enviará un funcionario con formularios de inscripción o modificación en el censo. 
  3. Finalmente, la Oficina del Censo Electoral mandará papeletas y sobres de los partidos políticos a todos los solicitantes de la prisión. El funcionario de correos recogerá los votos y los hará llegar el día de las elecciones a la mesa correspondiente. 
Como ves, el procedimiento es sencillo; a pesar de ello en mi prisión han ejercido el derecho al voto menos del 5% de la población penitenciaria con nacionalidad española o lo que es lo mismo, ha habido un 95% de abstención. Por desgracia, es habitual que las personas que se encuentran en prisión no voten, parece ser que en rara ocasión se ha superado el 10% de participación. Los motivos deben de ser múltiples y variados, por mi parte os voy a dejar algunos que sospecho inciden en dicha abstención. 

Creo que la personas reclusas perciben el internamiento en prisión como una condena al ostracismo, como si se legislara para la gente que se encuentran en libertad pero no para ellos que, temporalmente (no nos olvidemos), están apartados de la sociedad. Nada más lejos de la realidad, tan sólo hay que echar un vistazo a la reforma del Código Penal que prepara Gallardón y de la que ya hablé en la anterior entrada,  por poner un ejemplo.

Puede parecer que estoy cargando las tintas contra una población con circunstancias ya de por sí adversas, que no entiende la importancia de ser elector y que se automargina no ejerciendo este derecho, pero no es así. Sin quitarles la parte de responsabilidad que tienen ya que algunos, bien por dejadez, bien por opción personal, tampoco votan cuando están en la calle, considero parte del problema a los partidos políticos que huyen de abordar la delincuencia y el régimen penitenciario para otra cosa que no sea el endurecimiento de las condenas, como si esto garantizara un descenso en la criminalidad.

Al final, es la pescadilla que se muerde la cola: si el interno no vota, las medidas de reinserción penitenciaria no entrarán nunca en la agenda de los políticos, pero es que ellos tampoco se preocupan de realizar una labor pedagógica que motive a votar a la población reclusa y, sobre todo, que muestre a la ciudadanía que la lucha contra la delincuencia no ha de pasar necesariamente por un mayor tiempo de condena.

Echo de menos que en los programas electorales se contemple una apuesta valiente por reducir el número de personas que ingresan en prisión a través de medidas preventivas, actuando desde los colegios y los barrios que presenten mayores niveles delincuenciales y medidas reinsertadoras, que eliminen la verdadera motivación que llevó a la comisión del delito. Parece claro que el político no quiere entrar en prisión ni de visita.

Sería ingenuo pensar que con programas exclusivamente reinsertadores acabaríamos con la delincuencia ya que esta problemática esconde un amplia gama de causalidades que influyen en la comisión del acto delictivo pero también es cierto que existen ciertos perfiles de internos a los que igual podríamos ahorrar esta experiencia, por su propio beneficio y por el de la sociedad.

Por último, los profesionales de tratamiento en general y los trabajadores sociales en particular también hemos de asumir la parte de responsabilidad que nos toca; hasta ahora yo no me había percatado de la alta abstención penitenciaria. Para las próximas elecciones intentaré motivar a los internos a ejercer su derecho al voto como mecanismo de reclamación de derechos y de participación activa en una sociedad que también es la suya.

Hasta la próxima entrada.

2 comentarios:

  1. El post me hado que pensar. La verdad es que en mi módulo nadie me ha pedido información ni ayuda para ejercer este derecho tan básico. Llevas toda la razón en el sentido de que tienen que interiorizar que la política también les interesa, aunque se encuentren circunstancialmente fuera del resto de la sociedad. La política y los políticos (nos guste o no) asumen y deciden asuntos que son fundamentales para todos y todas, estemos donde estemos.
    saludosss...

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    1. Hola, José Manuel: ya somos dos los que estamos de acuerdo. Igual para las próximas elecciones podríamos trazar una estrategia común.

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